lunes, 15 de febrero de 2010

COMEMOS PURA BASURA






A las 8 de la mañana, cuando los rayos del sol —entrando por los agujeros de las tejas— se hacen insoportables, Armando suele levantarse para volver a sus jornadas en el Mercado de Bazurto.

Prácticamente está viviendo en la calle desde los 12 años de edad. Ahora tiene 21. Él es uno de los recicladores que sobreviven en las entrañas del mercado y en las calles del Barrio Chino, uno de los vecinos pobres que rodean a la central de abastos.

El mismo Armando no sabe en qué momento se convirtió en un habitante de la calle. Lo único que tiene claro es que, para sobrevivir, lo primero que debe hacer es no dormir demasiado para que sus compañeros de infortunio no se le adelanten en la recolección de los desechos que la “Cooperativa de aseadores del Mercado de Bazurto” arroja todos los días en las cajas estacionarias de la empresa Urbaser.

Armando es reciclador, pero los materiales que recoge no son cartones, ni pedazos de madera o metales que acumulan los recicladores comunes y corrientes. Lo suyo es internarse entre los montones de basura para sacar las hortalizas y todo lo comestible que se pueda vender entre ciertos comerciantes del mercado o entre algunas cocineras provenientes de los barrios miserables de Cartagena.


Ya lo conocen los barrenderos de la cooperativa, aunque saben que no es el único que se ocupa de esa tarea penosa. Desde las 8 de la mañana, cuando los escobitas han depositado por lo menos unos diez tanques de la basura que vienen recogiendo en los alrededores del mercado, Armando y sus compañeros empiezan a hurgar para extraer el ají pimentón, la cebolla blanca, el cilantro, el cebollín, el repollo, la lechuga, el aguacate, el zapote, la piña, el plátano maduro y otro montón de comestibles que las colmenas desechan cuando la putrefacción ataca.


En nada se parece la tarea de Armando y sus compañeros a las de los vendedores que toman las hortalizas desechadas de las tractomulas provenientes del interior del país. Mientras estos rescatan, del fondo del saco, la zanahoria en buen estado que el mayorista desechó por tener una mancha insignificante haciéndole sombra, los recicladores se sumergen en las cajas estacionarias, inmunes al hedor de la basura podrida, para recoger las hortalizas en estado de corrupción, quitarle los pedazos agusanados y reunirlos en sacos, cajetas o cajas de plástico que venden entre una clientela, igualmente inescrupulosa, que cocina con ese material y vende comidas en el mismo mercado y en los barrios pobres de la Zona Sur Oriental.

Armando es uno de ellos. Pero se desempeña con tanta tranquilidad y sin apresuramientos, que cualquiera podría creer que el suyo es uno de los oficios más comunes y corrientes del mundo. Con esa misma parsimonia pronuncia las palabras que le sirven para contar la historia de su vida en la calle.
Aunque sucio y sudoroso, procura estar un poco mejor vestido que los compañeros que se internan en las cajas estacionarias con los pies descalzos, sin camisa y con un pantalón corto por toda vestimenta. Son como diez o quince, entre hombres y mujeres, quienes le hacen la competencia.

Pero él ni se inmuta, pues, por alguna designación de la rutina, sabe que de todas maneras al final del día tendrá los siete u ocho mil pesos que le sirven para alimentarse y para comprar los tres cigarrillos de bazuco que consume todas las noches, antes de quedar dormido en el piso de una vieja casona del barrio Martínez Martelo, en donde comparte techo con más de 20 recicladores del mismo perímetro.

Mientras me le acerco, una mujer gorda que porta un delantal oscuro, le entrega una moneda de 500 pesos, a cambio de un mazo de cilantro que acaba de extraer del basural.
“Esa —dice ladeando la cabeza y sin dejar de manipular su mercancía — es una de las que atienden las fonditas malucas esas que tú ves en el segundo piso del mercado o en la avenida del Lago. Con eso hacen cualquier comida. Y eso es lo que comen los carretilleros, los recicladores y todo el que no tenga para comer algo de servicio”.
A sus pies pone una canasta de plástico de color verde, en donde va juntando las lechugas que libró de las hojas podridas y que ya podrían cocinarse, después de una buena lavada con agua limpia.


Mientras aparta los gusanos con las uñas, me dice que “de vez en cuando, entre las canecas viene un pedazo de pollo, de carne de vaca o de cerdo que se dañó en el congelador de alguna colmena, y ya no lo pueden vender. Pero nosotros lo recogemos, le quitamos la parte dañada, que es como de un colorcito verde, y después la vendemos”.

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En la cabeza semi rapada de Armando se ven las huellas de peleas callejeras antiguas, lo mismo que en los brazos y en el rostro. Es moreno, flaco y de estatura regular. Sus ojos apagados parecen mirar únicamente lo necesario; y sus pómulos en relieve brillan pobremente bajo la insistencia del sol húmedo que reina entre una amenaza de lluvia tempranera.
A pesar de sus experiencias con la mala alimentación y el consumo de estupefacientes de baja estofa, parece tener la memoria fresca; o, al menos, sabe rescatar al instante las imágenes más impactantes de su niñez y adolescencia en el barrio Olaya Herrera, sector El Tancón.
“En esa casa éramos cuatro hermanos y mis papás—cuenta—. A uno de mis hermanos lo mató una volqueta en San Onofre. El otro estaba prestando el servicio militar en los Llanos Orientales, y se accidentó viajando en una avioneta. Mi mamá enseguida metió la demanda, y ganó. Pero cuando empezaron a pagarle el muerto, se desapareció de la casa y más nunca la hemos visto. Después, el otro hermano se comprometió con una pelaíta del barrio, y empezamos a tener problemas.

“Yo, para no estar peleando con ellos, me pasaba el día en la calle y regresaba en la noche a dormir. Así me hice amigo de una pandilla que se llama ‘Los tanconeros’. Yo nunca supe por qué, pero esos manes se la pasaban peleando con “Los panelas”, una pandilla de El Líbano.
“Yo, aunque apenas tenía 12 años, los acompañaba en esas peleas y, como los manes me veían que tenía viaje pa’ las que fueran, un día me preguntaron que si era capaz de disparar un changón, y les dije que sí. En la siguiente pelea nos encontramos con ‘Los panelas’ en un callejón; y yo, con mi changón, me sentía más guapo que el hijueputa. Entonces, al primero que se me acercó le disparé. Cuando vieron al man sangrando, todo el mundo salió corriendo.
“Pasaron un poco de días, no sé ni cuántos. Pero yo iba solo por una calle, cuando de pronto se me aparecen dos manes raros y me van zampando el changonazo. Me tiré al suelo haciéndome el muerto, pero la verdad es que me ardía la cabeza, la espalda y el brazo derecho. Esa vaina es como un poco de balines calientes que te caen encima y parece que te estuvieras quemando. Yo no sé cómo no me siguieron dando. El mismo Dios.
“Ahí fue cuando dije que no iba más con esos manes. Pero tampoco podía quedarme en la casa, porque mi hermano y su mujer ya sabían en lo que yo andaba, y les daba miedo que de pronto fueran a joderlos a ellos también. Entonces me vine para el mercado. Aquí también trabaja mi papá. Él es cotero. A veces lo veo descargando camiones. A veces hablamos, y me dice que vaya a visitarlo, que está viviendo solo. Pero a mí no me gusta salir de este pedazo.
“Cuando llegué al mercado, me conocí con unos manes del Barrio Chino, que venden drogas. Un día, tomándonos unos tragos, me dieron a probar una pastillita que le dicen ‘La piola’. ¡Qué vaina hijueputa! Eso te quita el miedo, te sientes capaz de lo que sea. Allí supe que cuando alguien quiere matar a un enemigo, busca a un pelao de la calle, le da una pastillita y una pistola. Y el pelao se mete donde sea y mata al que sea.

“Como dos o tres veces probé ‘La piola’. Pero siempre que la metía, tenía que tomar mucho agua, comer y esconderme en algún rinconcito para matar el viaje, porque podía hacer una locura. Ahora, mejor me compro mis tres papeleticas de bazuco cuando termino de trabajar y me voy a dormir.”

3
Cuando termina su relato, Armando tiene un número considerable de bolas de lechuga dispuestas dentro de la canasta de plástico; y calcula que por ese cargamento podrían darle unos dos mil pesos.

Está avanzando la mañana, y los barrenderos siguen vertiendo tanques de basura en las cajas estacionarias. Pero no sólo basuras, sino también un líquido oscuro y nauseabundo que invade con su olor casi todo el espacio en donde funcionan colmenas y cuartos de refrigeración. Le llaman “lixiviado”.

Dicen los barrenderos que el mismo líquido que emana de las basuras es tomado por los laboratoristas de la empresa de aseo Pacaribe para someterlo a un tratamiento del que sale otro líquido al que llaman “ambientador”, para eliminar las bacterias que producen el mal olor que se respira mientras se desarrolla el proceso de limpieza y deposición de desperdicios en las cajas estacionarias.

“Una cosa que no saben los recicladores —advierten los barrenderos—, o no les importa, es que ese líquido, aunque sea ‘ambientador’, es tóxico. O sea, los que están consumiendo los almuerzos que preparan con las hortalizas que sacan de la basura, podrían terminar hasta muertos, no solamente en el mercado sino también en un poco de barrios pobres”.

Algunos dueños de colmenas que laboran cerca de las cajas estacionarias creen que las autoridades de salud deberían hacer algo para detener la inminente emergencia, “pero algunos se la pasan pidiéndole plata a los dueños de las colmenas para no cerrárselas si les ven que incumplen alguna de las normas sanitarias”, dicen con cierto dejo de animadversión.
Cuando son las 10 de la mañana, Armando lleva el pedido de lechugas y regresa a seguir rebuscando entre las cajas estacionarias. Sigue conversando con la voz lenta y bajita que tenía desde el principio, a la vez que va limpiando otra bola de lechugas que los escobitas acaban de arrojar.

Mientras lo hace, un grupo de coteros descansa en el suelo y bajo la sombra de las tractomulas. Desde el seno de ese grupo surge una voz áspera que le aconseja a Armando agredirme:
—¡Zámpale una lechuga por la cara!—le gritan—
—¿Por qué?—pregunta Armando.
—¿No ves que te está tomando fotos?
—Nada. El vale está trabajando.
El reciclador sigue imperturbable en el momento en que me cuenta que, después de la una de la tarde, el rebusque en las estacionarias disminuye, porque ya se han servido los almuerzos en las fondas de mala muerte; además de que las cocineras que habitan en los barrios subnormales no vuelven más al mercado sino hasta el día siguiente.

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A estas alturas, Armando ya tiene casi completos los 8 mil pesos reglamentarios y se dispone a comprar algo de comida para sentirse fuerte antes del ritual alucinógeno de la noche. A veces, después haber almorzado algo, colabora con los diferentes comerciantes cumpliendo ciertos encargos que no todos se atreven a hacer.

Otras veces, cruza hasta la ciénaga de Las Quintas, en el antiguo sector La Islita, y se dedica a conversar con otros recicladores mientras arma sus cigarrillos de bazuco para las siguientes cinco horas. Me dice que en algunas ocasiones, cuando el botín en las estacionarias es bastante significativo, algunos recicladores se pelean la mercancía y hasta se producen heridas a punta de cuchillo o de pedazos de botella.

Para Armando y sus compañeros la lluvia no deja de ser un inconveniente, sobre todo cuando cae en las primeras horas de la mañana, que suelen ser las más productivas de la jornada. Cuando se precipita en la noche, suelen buscar protección en los rincones más innombrados del mercado y del Barrio Chino, hasta que pueden salir y dormir bajo techo seguro.
Para los menos complicados, cualquier piso es una cama; y cualquier plástico, una colcha con la que pretenden protegerse a cabalidad del rigor de los elementos. Sin embargo, y a pesar de sus desavenencias con la vida, Armando todavía conserva algunas esquirlas de la dignidad que le permite proveerse de cartones gruesos que separen su cuerpo de la agresividad del piso, mientras duerme en la vieja casona del barrio Martínez Martelo.
Cuando se acercan las 7 de la noche, se dirige a la guarida en donde le venden las tres papeletas de bazuco. Luego consigue tres cigarrillos baratos, les extrae el tabaco, lo mezcla con el bazuco y prepara el tranquilizante que lo mantiene durmiendo hasta que el sol vuelva a colarse por entre los agujeros del techo.

Hace unos días me informaron que los escobitas debieron llevarlo a la sala de urgencias de una clínica cercana, después de que unas galletas que encontró en las canecas estacionarias le produjeron dolores, diarrea y vómito que amenazaron con matarlo. Su mamá reapareció y lo acompañó hasta que le dieron la de alta.
No lo han vuelto a ver en las estacionarias, pero es posible que regrese pronto a rebuscar la vida dentro de un montón de cosas muertas.

17 comentarios:

LuCh& dijo...

Consisdero que esta es una problematica que seguro no afecta solamente a la poblacion cartagenera sino al pais en general, la cual deberia estudiarse de manera que se ejerza un control. El hecho de que sean personas de estratos bajos no quiere decir que no tengan o posean ningun valor. Ya es hora de que se concienticen de la realidad de nuestro pais, de como uno mismo ha permitido que se llegue a situaciones como estas, pienso que se deberian establecer estrategias que permitan a estas personas salir adelante con programas de rehabilitacion y educacion. Nada es imposible, tal vez dificil pero no imposible. Despues de que se desee y se le coloque el empeño necesario se podra lograr.

Mery Ellen Espinosa Rhenal dijo...

A diario observamos esta situación en todas partes, pero el lugar donde más repetitivamente sucede es el "mercado de Basurto”, quizás porque la población aledaña a este sector es de recursos extremadamente bajos, los cuales no permiten que dichas personas accedan a la tan anhelada calidad de vida, pero en el fondo de toda esta crítica se esconde una gran problemática " lo que se come", nuestra alimentación es algo que requiere cuidados especiales. Además de las recomendaciones que promueven las entidades de salud como: el cuidado de la higiene en la preparación de los alimentos; la selección de los alimentos de acuerdo con la temporada, la combinación de acuerdo con la clasificación de los grupos de alimentos, etcétera, debemos informarnos sobre la calidad y el estado de los alimentos que llegamos a consumir, ya que algunos son de dudosa procedencia y pueden causar graves daños a nuestra salud. Armando es una de las muchas personas que a diario practican esta recolección de vegetales y especies que son desechados por mayoristas por el mal estado de estos productos, los cuales son encontrados en las cajas estacionarias que contienen todos los desechos encontrados en las calles de Basurto, ahora bien el interrogante existe cuando sabemos que ellos tienen conocimiento de la sustancia que se produce al mezclar todos estos desechos con el agua, el lixiviado este al igual que otros contaminantes como aldrín, clorano, mírex, dieldrin, DDT, dioxinas, furanos, PCB, endrín, heptacordo, HCB, podrían ocasionar cáncer y malformaciones congénitas en los casos extremos e intoxicaciones en los casos menos graves , pero en fin ellos lo venden para así lograr subsistir en una sociedad donde todos no tenemos las mismas oportunidades ni las mismas condiciones de vida , pero es más degradante las personas que le compran estos productos sabiendo que aunque la apariencia este buena , tienen un mundo de infecciones por el simple hecho de sacarlo de un basural y es mucho mas el cinismo ofrecerlo como “comida”. Mery Ellen Espinosa RHENAL
COD: 09110098
VIII SEMESTRE DE INGENIERIA INDUSTRIAL

maria judith velez murillo dijo...

Con historias como estas lo unico que puedo aportar es lo agradecida que estoy con Diosisto por darme su misericordia todos los dias y dejarme tener otro tipo de vida, esto si es una emergencia social cosa que solo es una consecuencia de la mala administracion que trae nuestro pais desde años atras, donde se le ha dado la espalda a las personas que de verdadc son la cara dura de este pais, considero que la unica solucion es utilizar los recursos a lo que verdaderamente vale la pena, las personas y su vida.
(Una cosa mala lleva a otra peor...)

javach dijo...

yo creo q es un situación muy desagradable para eduardo y sus compañeros ya que ellos están esas ya sea por la falta de recursos para tener una buena educacion o falta de trabajo para susistir como buenas personas y no como los de la calle como actualmente estan, en comparacion con otras series de personas que si tienen esos recursos y ayudas pero en algunas veces no saben como utilizarlas.

Julian Chavarro dijo...

El documento muestra de una manera sencilla como es la manipulación de los desechos alimenticios del mercado por los “recicladores” ya que las funciones de ellos es recoger o buscar alimentos que se encuentren en un estado menos de putrefacción que otros, para así deshacer lo que esta malo y comercializarlo de nuevo al mercado y algunas cocineras, para así poder subsistir en la vida. Primero que todo los recicladores no saben si esos alimentos al manipularlo de nuevo y sacarlos al mercado garanticen que no causen daños en la vida de los consumidores.
¿Que se tendrá hacer para poder controlar esta situación? Pregunta un poco difícil de responder, ya que para poder controlar esta situación en el mercado, se tiene que analizar muchos factores del por qué sucede eso. Si se analiza desde el aspecto económico los recicladores lo hacen como medio de sobrevivir en este mundo tan arduo, las cocineras por qué no tendrán la capacidad económica de comprar los insumos para cocinar en el día o disminuir sus costos de producción y por el lado de los comerciante para poder aumentar sus ganancias o recuperar algo de lo perdido. Pero es que por excusas no hay que dejar vivir y fluir modelos que atenten con la vida de los consumidores. Entonces para poder atacar esta problemática; se tendría que hacer énfasis de que todo alimento desechado es porque no sirve para el consumo del ser humano, además de esto crear un grupo de vigilancia contra este modelo de distribución de desechos en el mercado.
Es de vital importancia destacar que casi todo el pueblo cartagenero compra en el mercado y ¿Cómo sabrán ellos cuales de todos los alimentos que compran son los que tiene una buena manipulación por parte de los comerciante? o ¿Cómo sabrán los carretilleros si la comida que consumen están bien tratados? de ahí parto, que se debe existir un grupo de vigilancia que regule a los recicladores, comerciantes y cocineras del sector ; que aunque sus mayores consumidores son personas de bajos recurso deben de saber que también son personas y que al consumir esos productos contaminados ocasionarán problemas en la salud del consumidor.

HERNANDO CARABALLO dijo...

COMEMOS PURA BASURA

Este documento es la causa de un problema socioeconómico que vive nuestra ciudad y el país que los principales autores son los dirigentes políticos, que no la han puesto punto final a esta cruda y fea realidad. Es lamentable ver que persona como armado tenga esta clase de oficio deprimente que para el rebusque tiene que trabajar en la empresa de la caneca y comer o más bien comemos porque no estamos seguro si armando le venda sus producto a persona que nos preparan comida , pero estamos seguro de algo que si no trabajamos no comemos si no comemos morimos esa es una de las condiciones de la vida que no necesitamos ser inteligente para llevar acabos esta condición y no es justo para mí que unas persona coman pura basura y otra no ,si delante de los ojos de DIOS todos somos iguales para eso el nos dio las riqueza de la naturaleza los animales para poder alimentarnos y es el mismo hombre quien desgraciadamente pones las condiciones.
Para culminar quiero decir que nosotros podemos contribuir o hacer soluciones a esta situación ofreciendo buenos valores y transmitir ideas que sirva para edificarnos y educarnos darle atender A las persona conceptos de higienes, B.P.M (Buenas Prácticas de Manufacturas), manipulación de alimentos para sí mejorar nuestra calidad humana.

Walter Torres dijo...

¡Impactante!, esta es la palabra más apropiada con la que puedo describir este documento. Yo me pregunto, ¿por qué hay personas pasando tantas necesidades mientras que otras simplemente desperdician lo que tienen? Esto es un completo dilema. Sin embargo, me parece importante resaltar dos aspectos de este artículo: la salud y las condiciones de vida infrahumanas. En cuanto a la salud es aterrador pensar que las personas se estén alimentando de comida que es literalmente basura porque está hecha a base de alimentos totalmente putrefactos, me parece que este tema debería ser de mucha atención para el gobierno, pero bueno creo que si ellos no toman las medidas necesarias, nosotros sí podemos, porque como profesionales tenemos el conocimiento y las ideas para crear proyectos que ayuden a solucionar esta problemática que en cierta medida nos incumbe a todos y recordemos que como personas tenemos corazón y no nos gustaría ver a alguien muy cercano a nosotros viviendo en las calles, recogiendo desperdicios, comiendo basura, matándose lentamente. Había leído muchas cosas que pasaban en otras ciudades pero no me había puesto a pensar en que esta realidad está más cerca de lo que creemos y es un tema que nos toca a todos y que todos debemos ayudar y buscar soluciones, para algo han de servirnos tantos años en la escuela.

Walter Torres

Anónimo dijo...

Personalmente pienso que esta problemática no es nueva, pienso que se debe diferenciar la pobreza y el ser poco aseados, el hecho de que una persona sea pobre no significa que deba vivir inmerso en la porquería ya que son dos cosas muy distintas y que la una no conlleva a la otra si nos damos cuenta el problema empieza esta en la cultura de las persona y el problema no radica en las personas que rebuscan en la basura para mirar que les puede servir para vender si no en las personas inescrupulosas que le compran a ellos para ahorrarse unos pesos ya que si ninguna de estas personas le compraran, ellos tendría por obligación que buscar una nueva forma de vida y de rebuscarse y quizás no afectarían la salud de ninguno de los que consuman alimentos en estos lugares

DANNY CASTILLO RODRIGUEZ

Gestion Calidad dijo...

Muy buenos comentarios muchachos, sin embargo algunas personas no han analizado muy profundamente el articulo, los invito a mirar bien cual es el contexto y la gravedad del asunto planteado.

Karla Uparela Moreno dijo...

Esta es una problematica que nos afecta a todos directa o inderectamente, por lo cual no debemos pasar por desapercibidos ante esta situación; pienso que los entes guberanamentales deben buscar una solución ya que ellos tienen la facilidad de prestar alternativas de mejora ya que toda persona tiene el derecho de vivir dignamente.
En esta historia observamos una vida, de muchas que existen aqui en cartagena y en el mundo entero, de pobreza, miseria, etc. Una historia que nos hace pensar en esos momentos que nos quejamos de nuestro modo de vida, apesar de contar con apoyo, de nuestros padres, hermanos y todas esas personas que se preocupan por nuestro bienestar.

john h. osorio dijo...

es algo un poco desagradable saber de donde proviene las comidas que se venden en los pequeños restaurantes del mercado de basurto,ademas podemos observar a simple vista que estas personas no saben que tandañino puede ser un alimento en descomposicion,al ingerir alimentos descompuesto estamos trallendo una series de bacterias que se convierten en enfermedades para nuestro cuerpo,como resultado estariamos atentando con nuestra vida y con la de los demas personas que adquieran este producto.
lo mejor que podemos hacer de capacitar al personal dueño de las colmenas para que ellos puedan darle una mejor utilizacion de esos desechos y ademas sancionar a todas aquellas las personas que esten comprando este tipo de alimento en descomposicion

eyen dijo...

Teniendo en cuenta la problemática planteada en el articulo anterior, se puede observar que la pobreza de un hombre y la necesidad de subsistir lo lleva a desempeñarse en un trabajo q muchos lo describirían como asqueroso, pero viéndolo desde su punto de vista armando lo que hace es conseguirle mucho mas barato “alimentos ” a personas que no tiene mucho dinero para comprar algo decente, pero en este caso debemos tener en cuenta que lo decente no es sinónimo de des aseado y eso es precisamente la clase de alimentos que ingieren estas personas. Las cuales compran la comida preparada con ingredientes sacados de la basura en donde los gusanos y el mal olor son los acompañantes.
El trabajo que realiza armando, mas que evitarlo, debería ser controlado, es decir estos alimentos que el recolecta mas bien deben ser utilizados para la alimentación de animales y no para el consumo humano siempre y cuando estos hayan atravesado por una inspección de calidad. Este tipo de temas deben ser estudiados cuidadosamente por los entes competentes y brindar charlas y capacitaciones en los barrios más allegados al mercado de basurto, puesto que en estos es donde más se presentan el consumo de estos alimentos debido a su bajo costo .en realidad esta situación ocurre en todo el mundo, ya que existen un alto índice de pobreza si no se toma una acción correctiva sobre esto cada día se ira aumentando y nadie lo va a poder evitar.

ronaldo dijo...

La verdad es que esta problematica es bastante alarmante.
Primero por que estas empresas como urbasr y pacaribe no deben perimitir que se haga este tipo de reciclaje antihigenico por parte de armando o de cualquier otra persona para eso estan los rellenos sanitarios, para evitar todo estos problemas que se estan ocacionando porque esta en riesgos la vida de muchas persona con estos desperdicios y las comidas de muy mala calidad que venden para consumo humano no importa que sea a la gente del bajo mundo.
Segundo estas son las problematicas de nuestro pais dond el gobierno no hace nada por este pais, ni le da oportunidad a los indigentes de superarse y a ellos no son los que hay que culpar por que en un pais donde no te dan oportunidades hay que sobrevivir como se pueda.

Yeison Blanco Diaz dijo...

Es interesante saber Hasta don de es capas de llegar la pobreza, el vicio y un problema entre la familia, quitándole la oportunidad a uno de sus miembros, como es el caso de armando que por solo obtener unos pesos para la alimentación y el vicio, hasta donde a llegado él con su ingenio en la venta de alimento que recolecta diariamente de basura, quizás tanto el como quienes le compran la mercancía no son consiente de lo que hacen ya que armando ha sido victima de su propia mercancía; pero quizás lo mas importante es preguntarse ¿que están haciendo las autoridades por solucionar estos tipos de casos y en donde comenzarían a solucionarse esta serie de casos?.

Si no se le presta la atención adecuada a esta problemática a don llegaría con el tiempo, como esta son muchas las realidades que se viven no solo en la ciudad de Cartagena sino también en otras partes del país. No se pueden dejar los problemas al tiempo y mucho menos los que tiene que ver con la salud e higiene.


En fin es des de la raíz que se puede solucionar las cosas porque de lo contrario se sequiaran cometiendo mas de estos actos que afectan la salud tanto de recicladores como quienes lo consumen.

DGLAMOUR dijo...

estas son situciones que afectan a toda la sociedad de forma directa e indirecta son problematicas que de una u otra forma hay que bucarle solucion inmediata ya que se esta generando un fenomeno que con elpaso de de uno años no podremos comsumir alimentos actos patra el consumo humano;a los investigadores de este grab fenomeno le surjiero que pongan al tanto a las autoridades ao entidades que puedan darle solucion rapida a este problema ademas a las personas recicladoras le recomiendo someterlñas a capacitaciones dirigidas con mucha especialidad para que ello puedan enteder ala las multiples enfermedades que se estan so,etiento y lo mas importante el daño que le hace a las personas que consumenen estos alimentos en cuanto a las personas compradoras de esats basuras multarlas por esta actividad ilicita y antihiguiene realizar visitas a estos restaurantes callejeros y cellarlos ya que no prestas las condiciones obtimas para el consumo de comidas preparadas

poala rodriguez miranda

eyen dijo...

Teniendo en cuenta la problemática planteada(comememos basura) en el articulo anterior, se puede observar que la pobreza de un hombre y la necesidad de subsistir lo lleva a desempeñarse en un trabajo q muchos lo describirían como asqueroso, pero viéndolo desde su punto de vista armando lo que hace es conseguirle mucho mas barato “alimentos ” a personas que no tiene mucho dinero para comprar algo decente, pero en este caso debemos tener en cuenta que lo decente no es sinónimo de des aseado y eso es precisamente la clase de alimentos que ingieren estas personas. Las cuales compran la comida preparada con ingredientes sacados de la basura en donde los gusanos y el mal olor son los acompañantes.
El trabajo que realiza armando, mas que evitarlo, debería ser controlado, es decir estos alimentos que el recolecta mas bien deben ser utilizados para la alimentación de animales y no para el consumo humano siempre y cuando estos hayan atravesado por una inspección de calidad. Este tipo de temas deben ser estudiados cuidadosamente por los entes competentes y brindar charlas y capacitaciones en los barrios más allegados al mercado de basurto, puesto que en estos es donde más se presentan el consumo de estos alimentos debido a su bajo costo .en realidad esta situación ocurre en todo el mundo, ya que existen un alto índice de pobreza si no se toma una acción correctiva sobre esto cada día se ira aumentando y nadie lo va a poder evitar.

ronaldo dijo...

Esta problematica es muy grave, primero que todo estas empresas del distrito como son pacaribe y urbaser no deben dejar que se haga este tipo de reciclaje por que esta afectando a la comunidad, segundo esto es halgo antihigienico que nos puede afectar a todos, yo pienso que el sr. armando ni lo demas recicladores no tienen la culpa ya que el gobierno no le da ningun tipo de ayuda y ese es su trabajo en este pais la gente sobrevive como pueda, para mi esto es un problema de estas empresas y que se debe de solucionar ese tipo de reciclaje no se deberia hacer.